viernes, 4 de abril de 2014

La violencia y la costumbre


Miércoles, 26 de marzo, 2014

Si bien la vida nos ha mostrado que los excesos son, en gran parte, causante de terribles decisiones, también cierta postura firme e inamovible es necesaria en nuestro diario vivir, basado en los principios de un comportamiento de bienestar común; nuestra firmeza y valentía debe mostrarse ante innumerables vicios que nuestra sociedad está adoptando, como la inseguridad.

Países como Venezuela superan los 50 muertos por inseguridad al día, se dice que su capital es una de las más violentas del mundo. Muchos son los factores que apoyaron inmisericordemente la situación actual de ese país, uno de ellos fue la tolerancia y la costumbre. “Años atrás, podíamos estar por las noches en un parque o un comedor, hoy es impensado” aseguraba un amigo venezolano, quien debido a la costumbre de vivir en un estado de zozobra y riesgo mira con ojos de nostalgia su antigua paz urbana. Al preguntarle cómo era Venezuela antes, respondió: era muy parecido a tu ciudad Guayaquil. Debemos entonces ser intolerantes e infranqueables ante cualquier acto de violencia y de deshonestidad, hace mucho en Ecuador ciertos modos de atraco eran impensados y ciertas muertes solo las veríamos en cine, hoy ocurren en nuestro barrio, ciudadela o ciudad; el consumo de estupefacientes es un mercadillo libre en las esquinas, que prolifera.
El ciudadano hace mucho reclamó su derecho a vivir en paz, pero de a poco esas voces fueron acallándose, acostumbrándose a cierto número de robos o de muertes, aceptando las estadísticas y cayendo en frases: “es imposible terminar la delincuencia” o “si les roban, déjense robar”. Nos mandaron a vivir con ella y a ser nuestra vecina. En un futuro nuestra vecina delincuencia tendrá su prole, y quienes la permitieron gozarán de escoltas propias y privadas, mientras que el común ciudadano deberá aprender a sobrevivir entre maleantes. Es nuestro deber rechazar desde ahora la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, aunque se molesten los permisivos.
Luis Alfredo Cuasapaz, ingeniero mecánico, Guayaquil

La violencia y la costumbre

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